Monday, January 16, 2006

Corazón de Sandía



Mis hijos Inés y Tomás
Mi sobrinia Isidora
Desde que soy pequeño la gente se extraña porque me como la sandía sin quitarle las pepas (pipos). Ese acto de destrucción masiva del fruto mas jugoso y delicioso (para este humilde servidor), quitándole las semillas me pareció siempre una perdida de tiempo. Particularmente alguna tarde de domingo de verano, después de un buen pastel de choclo, compartiendo una sandía con mi abuela Magdalena. Si mi abuela estuviera viva, y yo viviera en Chile (y el Coyote se comiera al correcaminos) seguramente la tarde del domingo 15 de enero de 2006 se habría repetido la tradicional ceremonia. Todos durmiendo la siesta. Nosotros comiendo sandía y viendo los resultados de las elecciones. En la Casa de Bernarda Alba (como le decíamos a esa casa, ya que vivía mi abuela, mi prima, mi tía, la señora que trabajaba en la casa, la hija, la nieta. El único macho era Nabuco, el perro) se habría festejado a nuestra presidenta Michele Bachelet. La tía Ivonne habría votado con orgullo. Marcela de forma militante. Mi abuela, no habría ido. Y las otras señoras habrían votado por Piñera. La celebración habría sido con vinito. Habríamos sacado banderas, como en los tiempos del NO a PERROCHET.
Pero ya nada es igual. Muchas se han ido. Casi todas. Sólo quedan la KEKA y su hija la María Graciela, que debe de estar enorme. Hasta Nabuco se murió. Toda una dinastía matriarcal.
De esa familia sólo queda mi madre, Magdalena. Pero ahora están la Isidora, mi sobrina, e Inés, mi hija. A ver que genes heredan. Espero que los mas combativos.
Verde por fuera
Roja por dentro
a que tu no sabes lo que es.
(Los Tetas)

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